Del 25 al 27 de noviembre
Último Cowboy

Teatro do Noroeste
TEATRO

Dramaturgia y dirección

Eduardo Alonso

Quería escribir un texto sobre la crisis que nos desfonda económicamente, sobre los bancos que nos sorben los dineros, sobre Europa y su improbable construcción, también sobre la soledad del individuo y sobre los valores que nos inculcaron nuestros mayores y que ahora ya no tienen vigencia… y salió “Último cowboy”. La referencia norteamericana no podía faltar con su universo de celuloide e imperialismo, con su imaginario de novelas de vaqueros. En “Último cowboy” se enfrentan dos Europas, la Vieja y la del Este constatando que tendrán que aliarse en armónica conjunción si quieren mantenerse a la altura del “amigo americano”. Es también una comedia ácida sobre las relaciones familiares. La absoluta puesta en cuestión de la familia como célula fundamental de nuestro instinto social. Pero sobre todo es un texto teatral de personajes, de actores. Los dos que en él aparecen constituyen la esencia misma de la propia propuesta. Solamente gente singular puede aportar singulares visiones y sólo personajes singulares pueden expresar con rotundidad y contundencia la singularidad de esta caótica deriva de nuestra sociedad. En definitiva, “Último cowboy” intenta ser un espectáculo en clave de comedia ácida sobre nuestra realidad más compleja e inmediata.
En la obra se cuelan referencias no confesadas a la cultura popular estadounidense, pero a captadas a través del cine o del pop actual sino a través del formato que en la juventud de los protagonistas enviaba las claves del imperio: las novelas de vaqueros. Iban de mano de mano y multitud de chicos las leían en cualquier rincón. Esos fueron para muchos futuros hombres las únicas referencias leídas para forjar conceptos como el valor, la amistad y la lealtad. Pero las referencias se cuelan, no protagonizan. No hay que conceder gran importancia a estas lecturas para saber de las derivas del ser humano. Porque esta comedia sobre las relaciones familiares pone en cuestión su valor porque si la sociedad está basada en el núcleo familiar, “no se puede esperar mucho de un núcleo basado en células cancerígenas” dice su autor, Eduardo Alonso.