Dramaturgia y dirección
Etelvino Vázquez
El espectáculo cuenta la última noche que Lorca pasa en la Colonia de Viznar antes de ser fusilado en la madrugada del 19 de Agosto de 1936.
En esa última noche, Lorca revive sus últimas horas en Granada, reflexiona sobre su vida, sobre la necesidad de compromiso del artista. Muchos de los personajes de sus obras vienen a visitarle, ya sea para increparle, como Bernarda Alba, o para identificarse con él como Mariana Pineda.
Una última noche donde la realidad y la alucinación se mezclan sin solución de continuidad ante un Federico que ve pasar toda su corta vida ante él.
Lorca es hoy parte de la España esencial de todos, de la negra, de la roja y de la que no lee. Y este es un espectáculo que aborda otra perspectiva, otro modo de ver y admirar al gran Federico y su peculiar universo creativo que hoy, por fortuna y casi por genética, forma parte de nuestra personalidad ciudadana. Pero como dice el historiador, hispanista y experto en Lorca, Ian Gibson: “A partir de Agosto de 1936 no se podía hablar de Federico García Lorca en Granada, como no fuera para difamarle y ofenderle, y estaba aún más prohibido publicar algo de lo que escribiera y todo cuanto a él se refiriera. Se corría ya una cortina de silencio sobre el poeta e incluso era peligroso poseer sus libros. En vista de los constantes registros domiciliarios, muchas personas se deshicieron de ellos. Lorca era un maldito.
A finales de 1939, nueve meses después de terminada la guerra, la familia inició los trámites para que la muerte del poeta se pudiera inscribir oficialmente en el Registro Civil. Para completar los requisitos, dos funcionarios de la Audiencia juraron – no era verdad – haber visto el cadáver del poeta al lado de la carretera de Víznar a Alfacar el 20 de Agosto de 1936. El certificado de defunción, recurriendo a un eufemismo entonces habitual en tales documentos, dice que el poeta murió “a consecuencia de heridas producidas por hechos de guerra”. Era como si Federico García Lorca hubiese caído en el frente y no, vilmente asesinado, en la retaguardia granadina”.