de Antón Chéjov
Dramaturgia y dirección: Etelvino Vázquez
Varios artistas que se reúnen en una casa de campo para descansar: Irina Nikolaievna Arkádina, actriz soberbia, tacaña y orgullosa; Boris Trigorin, escritor famoso y pareja de Irina; Konstantin Treplyov, hijo de Irina, aspirante a escritor, quien siempre ha luchado por la aprobación de su madre y Nina Zarechnaya, hija de un terrateniente de la zona, enamorada de Konstantin y aspirante a actriz, que está dispuesta a dejarlo todo por cumplir su sueño. Los sentimientos, reflexiones y aspiraciones de estos personajes centran la trama de La Gaviota, una de las obras maestras de Antón Chéjov.
La Gaviota es una reflexión sobre el arte en general y el arte escénico en particular: Arkadina y Nina son actrices: Trigorin y Kostia son escritores, en diferentes grados de éxito o fracaso profesional. La historia de los triunfadores, personas con talento (Arkadina y Trigórin), detrás de los que corren los personajes sin talento (Nina y Kostia).
Pero, sobre todo, La Gaviota es una reflexión sobre la relación entre padres e hijos. Malos padres y malos hijos. Unos padres que no dejan crecer a sus hijos, que no permiten que estos creen y se desarrollen artísticamente. ¿Sólo por miedo a que les quiten el puesto? Nina y Kostia tienen que pagar un alto precio por su idealismo en medio de un mundo profundamente materialista.
La Gaviota, junto con Hamlet, son las dos obras que mejor nos hablan de la juventud. Una juventud que, también como la de ahora, no tiene futuro; una juventud a la que los mayores no quieren dejar sitio; una juventud sin pasado ni horizonte profesional.
La Gaviota se estrenó en 1896 y fue un fracaso total. En 1898 se volvió a estrenar en el Teatro de Arte de Moscú bajo la dirección de Stanislavski y fue un éxito rotundo. En esta producción el texto de Chéjov se relaciona con el Hamlet de Shakespeare a través del trabajo dramatúrgico de Etelvino Vázquez.